El desarrollo psicomotor (DPM) es un proceso continuo que va de la concepción a la madurez, con una secuencia similar en todos los niños, pero con un ritmo variable. Mediante este proceso el niño adquiere habilidades en distintas áreas: lenguaje, motora, manipulativa y social, que le permiten una progresiva independencia y adaptación al medio. El DPM depende de la maduración correcta del sistema nervioso central (SNC), de los órganos de los sentidos y de un entorno psicoafectivo adecuado y estable.
El desarrollo o adquisición de habilidades sigue una secuencia progresiva, continua y constante. Como en una escalera se precisa completar una etapa para alcanzar la siguiente. Es decir, para alcanzar una sedestación estable (sentada) necesitamos el control cefálico y para caminar la sedestación. Si una etapa no se supera no se puede alcanzar la siguiente.
En la evolución psicomotora para alcanzar un logro es necesario que desaparezcan reflejos arcáicos. Por ejemplo, para adquirir la prensión palmar es necesario que desaparezca la presión involuntaria (el gaspring) de mano.
Una característica del DPM es la variabilidad. El ritmo de la secuencia de maduración en los niños es variable, y así hay que tener en cuenta que hay ítems que aparecen en un intervalo de tiempo estricto como por ejemplo la sonrisa social, y otros aparecen en un intervalo más amplio como la marcha (11 -18 meses) y el lenguaje. Y varía en función del género siendo más precoz el lenguaje en las niñas.
Hay una serie de pasos evolutivos o “maneras” que son variación de la normalidad, que no tienen carácter patológico, y cuyo conocimiento nos restará alarma . Algunos de estos son:
– La pinza manual entre el dedo pulgar y medio.
– El desplazamiento sentado o el gateo apoyando una rodilla y el pie contralateral.
– La marcha sin pasar por la fase de gateo (18% de niños).
– Rotación persistente de la cabeza.
– El retraso de la marcha porque es un niño que se “sienta en el aire” en la suspensión axilar.
– La marcha de puntas las primeras semanas/meses tras inicio de marcha.
– El tartamudeo fisiológico entre los 24 años.
– Las dislalias fisiológicas hasta los 45 años.
¿Qué es un signo de alarma?
Un signo de alarma en el DPM, es un retraso cronológico significativo en la aparición de adquisiciones del desarrollo global o de un área específica, para la edad del niño. También se debe considerar unos signos de alarma la persistencia de patrones que deberían haber desaparecido (ej. reflejos arcaicos), la existencia de signos anómalos a cualquier edad (ej. movimientos oculares anormales, asimetría en la movilidad) o de signos que son anómalos a partir de una edad concreta (por ejemplo, movimientos repetitivos a partir de los 8 meses).
Un signo de alarma indica la necesidad de realizar un examen y un seguimiento, no presupone la existencia de un problema en si mismo.
Signos de alerta en el desarrollo psicomotor
SIGNOS MORFOLÓGICOS
🔸 Microcefalia: Es un defecto congénito en donde el tamaño de la cabeza del bebé es más pequeño de lo esperado en comparación con el tamaño de la cabeza de bebés de la misma edad y sexo.
🔸 Macrocefalia: Es una alteración en la cual la circunferencia de la cabeza es más grande que el promedio correspondiente a la edad y el sexo del bebé o del niño. Es un término descriptivo más que de diagnóstico.
🔸 Dismorfias faciales: Presencia de unos rasgos faciales o un patrón de malformaciones congénitas que, en su conjunto, son diferentes de los considerados normales para la población general.
🔸 Determinadas manchas en la piel. La presencia de muchas manchas color café con leche por ejemplo.
SIGNOS FUNCIONALES
0-3 meses
🔸 Postura asimétrica
🔸 Ausencia de sonrisa social
🔸 Escasa/breve sonrisa social
🔸 Llanto persistente
🔸 Irritabilidad continua
3-6 meses
🔸 No mantener la cabeza de forma estable
🔸 No coger/explorar el entorno
🔸 No utilizar las manos
6-9 meses
🔸 No mantenerse sentado de forma estable
🔸 No voltear sobre sí mismo
🔸 Falta de interés por el entorno
🔸 Pasividad excesiva
🔸 No reconocimiento de padres/cuidadores
🔸 Falta de interacción con el adulto
9-12 meses
🔸 No se pone de pie apoyándose en algún mueble u objeto
🔸 No se interesa por desplazarse /moverse de ninguna forma
🔸 No hace sonidos vocálicos
🔸 Pasividad, irritabilidad
🔸 No reclama al adulto
12/18 meses
🔸 No camina más allá de los 18 meses
🔸 No hace la pinza con las manos
🔸 No entiende las órdenes simples «coge esto»
🔸 No dice nada de forma inteligible
🔸 Conducta/ movimiento estereotipados
🔸 Parece que oye pero no responde
18-24 meses
🔸 No camina de forma autónoma o de forma estable
🔸 No se levanta del suelo sin ayuda
🔸 No chuta una pelota, no construye torre
🔸 No hay interés por la comunicación
🔸 No imita dibujos, trazos, garabatos
🔸 Autolesiones y conducta agresiva
2-3 años
🔸 No salta
🔸 Necesita apoyarse en algo para levantarse del suelo
🔸 No sabe vestirse, comer solo
🔸 No comprende órdenes, no mantiene un diálogo
🔸 Dispersión
🔸 No hace juego simbólico
Puedes conseguir el listado de los signos de alerta del desarrollo psicomotor haciendo click aquí.
Puedes conseguir la infografía de los signos de alerta haciendo click aquí.
Estos signos de alarma son generales. Si tenéis dudas podéis consultar a vuestro pediatra, a un fisioterapeuta, logopeda, psicólogo o especialistas en Atención Temprana.
En algunas situaciones puede ser una transición hasta establecer ciertas conductas como definitivas, siendo propias del desarrollo típico. Cada niño tiene un ritmo madurativo propio y una determinada personalidad. Por ello, debemos tener en cuenta que determinados hitos de desarrollo pueden tener una cierta variación sin necesidad de ser considerados como patológico. Por ejemplo, el desarrollo de la marcha cuya adquisición oscila entre los 11 y los 18 meses, y su evolución más lenta no debe ser considerada por si misma como algo patológico si no se acompaña de ninguna otra alteración (hipotonía, aumento del tono muscular, parálisis….etc).
La capacidad del cerebro para reorganizarse es altísima hasta los 23 años, gracias a su gran flexibilidad y a la alta capacidad de aprendizaje del ser humano.
La detección temprana de un trastorno del desarrollo permitirá la instauración de un programa de atención temprana, entendido como un conjunto de actuaciones de carácter preventivo, de detección, diagnóstico e intervención terapéutica que pueda mejorar la sintomatología y en ocasiones evitar que una patología se instaure como definitiva.